martes, 30 de agosto de 2011

Y entonces encontramos el amor...

Una noche a las 4 de la mañana, con lágrimas sobre la cara y silencio alrededor...
Cerveza en la memoria y libertad en el mañana; libertad para no amar y para buscar la felicidad.
Y entonces lo encuentras, allí, en contra de tus planes. Tan efímero y pasadero... La hora pasa rápida, la siguiente aun más... Y allí sigue unos minutos más riéndose, tímida, en tu memoria.
Empieza por el labio y sigue por el cuello; tranquila y apasionada acaricia con sus labios tu ceja, haciéndose desear...
Y Dalí se marcha y aparece el tiempo, no deformado ya, sobre tus rodillas. Y te miro y me miras y con la arena te marchas por el remolino. Y es entonces cuando entiendo este reloj de arena que nunca gira, y la perspectiva desde arriba es fría y lejana, donde el calor de la arena no te toca y tus manos tratan de romper el cristal para salir al desierto y volver a esa libertad de la que creías gozar.
Pero todo se rompe y te ves solo en el asfalto, gritando por volver.
Deseando que los labios vuelvan a abrir antiguas heridas.

jueves, 25 de agosto de 2011

El océano

El hocico del pequeño Grun se acercó a su mayor héroe; la gran figura paterna que siempre lo había resguardado del frío y del miedo, que lo había alimentado y cuidado... y le dijo, cubierto por el respeto de los jóvenes de antaño:
-¿Qué es un metro?
-Un metro es una unidad de distancia,-dijo Padre- de separación de lo querido, de deseo herido por lo cercano e imposible, de placer inalcanzable, de dolor requerido.
-¿Qué es un kilómetro?
-Un kilómetro es un reto, es el que marca el camino, el que lo rompe y te lo entrega, el que te empuja a seguir adelante para que un día el sufrimiento del metro te alcance lleno de alegría.
Pero el amor no lo es todo...
-Y... ¿qué es un océano?
-Un océano es lo que marca la diferencia. Como el metro, duele y atemoriza, pero aun así es tu meta, tu reto, tu camino, así como el kilómetro, te anima y despreocupa. Te hunde y reblandece en lágrimas mientras juras avistar tu nuevo mundo. Te agarra y te lanza a las manos de la selva y el desierto, la miseria y la riqueza, la rebeldía y la sumisión... y aun así nunca dejarás de querer cruzarlo. Cruzarlo una y otra vez para crecer; crecer y romper la fronteras de tu imaginación y de tu cuerpo; volar sobre las olas y despertar lleno de barro entre sucias alimañas como una de ellas. Nunca habrás visto a un hombre cruzar un metro con la facilidad con la que cruza un océano...

Cuando Padre bajó la cabeza vio al pequeño Grun durmiendo, tenía una sonrisa deibujada en su diminuta boca y se le veía complacida.
Entonces Padre se acercó a su oreja y le susurró:
-Algún día cruzarás el océano, hijo, y entonces lo que veas al otro lado te acompañará toda tu vida hasta que consigas regresar...

Más allá del océano, donde las cataratas cantan y dormir no merece la pena...