viernes, 19 de noviembre de 2010

Por tu compañía, Noche

Y otra vez más, la oscuridad me turba. Su silencio se me hace insoportable. Aun aquí, tumbado cómodamente, puedo observar, al abrir los ojos, el techo de la cárcel que retiene mis sentimientos.

La noche va entrando cuidadosamente, casi con cariño por la ventana.
Se me acerca, mirándome, dudosa de hacer lo correcto. Suspira mi nombre y suena como el grito de un millar de murciélagos en una oscura y profunda cueva.
Ella abre su boca, veo a través de esta el universo, toda una eternidad de horrores y maravillas. Entonces la veo acercarse, caer sobre mí engulléndome en un manto de miedo, dolor, deseo, placer...

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